lunes, 14 de noviembre de 2011

Cosas de la Vida


CIERTA VEZ ESCUCHÉ DE ALGUIEN O LO LEÍ, YA NO RECUERDO CON PRECISIÓN, PERO SE REFERÍA A LA VIDA Y LAS COSAS DE LA VIDA.

Cierto día un cazador afinó su rifle y fue en busca de patos para la cena. Llegó a un río y descubrió que habían muchos nadando felices, otros metiendo su cabeza al agua, otros conversando y otros descansando. Dice que habían algunos patos leyendo el periódico pero eso a mí no me consta.
Entonces el cazador desenfunda su arma y empieza a disparar como loco. Salieron todos volando, y cuando se le acabaron las municiones se acercó a la orilla y se dio cuenta que no había ningún pato caído y pensó en que se fundió su cena, e iba a llegar a su casa con el rabo entre las piernas. Pero grande fue su sorpresa cuando se percató que los perdigones habían alcanzado a dos enormes ranas que andaban de parranda justo en el momento del tiroteo.
Así que finalmente no comió asado de pato, pero sí unas deliciosas ancas de rana.
Como esto no es una fábula, no tiene moraleja, pero sí da lugar a una reflexión interesante. Muchas veces queremos algo, y nos preparamos para que eso suceda, pero al final no sucede aquello que perseguimos, y terminamos comiendo ranas y no patos.
Pero, por si alguien no lo sabía, las ancas de rana son un plato considerado como muy fino y de un gran valor comercial, es una exquisitez y una exclusividad.
Eso pasa con las cosas de la vida, ya sea, la familia, el trabajo, el amor, y muchas otras cosas más.
Por lo tanto, como dijo el gran Eros, “son las cosas de la vida, nunca me acostumbraré”. Y yo digo que hay que acostumbrarse antes que se nos acaben las municiones.

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